sábado 4 de mayo, 2024
  • 8 am

El dolor amigo

César Suárez
Por

César Suárez

203 opiniones

Por Dr. César Suárez
Cada organismo vivo está expuesto en forma continua a daños surgidos del entorno en que cada uno habita y está expuesto a infinidad noxas que ponen en riesgos la integridad física por lo que es necesario estar alerta en forma continua para poder seguir sobreviviendo en forma integral.
Cada organismo cuenta con innumerables sensores que en forma continua ponen en alerta a cualquiera para poder escapar de cada noxa que nos puede hacer daño.
Esa combinación de “sensores” habitualmente nos pone a resguardo y nos permite apartarnos de todo lo que nos puede hacer daño. Esos sensores se encuentran en la piel que nos permiten percibir las sensaciones de frío, de calor, de ardor, de presión, el dolor, en el olfato que nos advierte de olores desagradables o tóxicos, en los oídos que nos advierten a través de la percepción de los ruidos la proximidad de una catástrofe, la visión que nos permite percibir la presencia de un riesgo.
Las combinaciones de todas esas sensaciones nos permiten ponernos a resguardo y buscar la sensación de mayor confort posible que coincida con una vida saludable y frecuentemente es el dolor el que nos señala el límite hasta donde se puede llegar.
El dolor es una desagradable sensación generada el sistema nervioso de los organismos vivos que se comporta como una señal que indica que algo no anda bien, es una alerta, una advertencia, una forma de entender que es necesario parar, analizar lo que está pasando e intentar encontrar la causa y una solución para evitar agravar la situación.
Todas esas sensaciones naturales que nos ponen a resguardo también pueden ser ignoradas por quien las padece y pueden ser inhibidas a través de diversos recursos, generalmente drogas de diversa naturaleza que en ocasiones se engloban en el rubro de medicamentos, sobre todo analgésicos y antiinflamatorios u otras drogas denominadas ilegales que pueden tener efectos depresores, estimulantes, alucinógenos o psicodélicas que suelen alterar la percepción de la realidad y pueden hacer perder la capacidad de percibir el peligro o distorsionar la percepción del dolor.
El dolor, siendo una sensación desagradable del que cualquiera se puede liberar en forma transitoria a través de determinada droga, es sin dudas el recurso sensorial más importante para poder percibir una circunstancia de riesgo vital y es siempre una señal a la que no se puede ignorar porque nos puede poner en la pista de un daño físico transitorio o irreversible si no le prestamos atención.
Si bien dolores sufrimos todos en forma permanente o circunstancial, siempre nos señalan la necesidad de parar, de averiguar de qué se trata porque siempre es una alerta inexcusable y aunque siempre es una sensación desagradable, la naturaleza lo puso a disposición de los seres vivos como un elemento de autodefensa, de preservación de la integridad física.
En la mayoría de los casos son eventos transitorios como consecuencia de daños menores que el propio organismo se encarga de reparar con sólo realizar el reposo adecuado, pero en otros casos puede ser la alerta de una grave enfermedad. Un dolor brusco en el pecho nos puede estar señalando el inicio de un infarto de corazón, un fuerte dolor de cabeza, no puede poner en alerta sobre una crisis de hipertensión y riego de un accidente vascular encefálico, un dolor de estómago persistente, puede ser una simple gastritis o indicio de una enfermedad tumoral.
En ocasiones la capacidad de sentir dolor puede estar disminuida a causa de alguna enfermedad como en caso de una polineuritis vinculada a un cuadro de diabetes que puede llevar a no percibir el dolor y terminar por hacer graves úlceras de pies por no darse cuenta de un traumatismo persistente provocado por un calzado.
El dolor es siempre desagradable pero no se trata de un enemigo, se trata de un recurso que nos enseña a poner freno para evitar una grave consecuencia.