jueves 2 de mayo, 2024
  • 8 am

¡Feliz Año!

Gerardo Ponce de León
Por

Gerardo Ponce de León

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Por Gerardo Ponce
De León
Con los deseos de que todos ustedes hayan pasaron una real y verdadera Navidad, por más que todos los días es Navidad, comenzamos el camino que nos lleva a cambiar los almanaque y a los que manejan facturas, cheques, o que tienen que poner fechas, vamos a tener que acostumbrarnos a cambiar el 21 por el 22, me hace pensar en una metáfora que me hicieron llegar y dice así:
“Que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo. Mira para atrás todo el camino recorrido, las cumbres, las montañas, el largo y sinuoso camino abierto a través de selvas y poblados, y ve frente de sí un océano tan grande, que entrar en él solo puede significar desaparecer para siempre.
Pero no hay otra manera, el río no puede volver. Nadie puede volver. Volver atrás es imposible en la existencia. El río necesita aceptar su naturaleza y entrar en el océano. Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo, porque solo entonces sabrá el río que no se trata de desaparecer en el océano, sino en convertirse en océano” Khalil Gibran, es el autor.
Cada vez que lo leo, veo la similitud con el cambio de almanaque, ya que, por más que miremos hacia el camino recorrido, tenemos que aceptar que no se puede volver atrás y tenemos que aceptar que tenemos que mirar hacia adelante, con todo los miedos y temores que esto significa, porque la vida está adelante y de nada vale recorrer, mentalmente, todo lo que se hizo y lo que dejamos de hacer. En otras palabras significa que lo hecho, hecho está, y lamentarse de lo que no se hizo, de nada sirve, ya que es imposible volver hacia atrás y pensar en hacerlo. Por algo más de una vez escuchamos que el tren pasa una vez por la estación de la vida o que el agua pasa y que es imposible tomar la misma agua de nuevo.
Sé muy bien, que todos hemos tenido cosas buenas y de las otras, durante el año que se va, y podremos pensar ver en corregir las malas y mejorar las buenas. Nunca podemos pensar en cambiar algo de lo pasado, ya que fueron y no vuelven, nunca serán las mismas, podrán ser parecidas, pero nunca las mismas. Nos tiene que servir como ejemplo y no cometer los mismos errores.
Por eso tenemos que tratar de dejar una huella profunda y buena, para que la gente, principalmente la familia, la vea y sirva, si es posible, para algo, por lo menos como ejemplo de forma de obrar, respetando la forma que a cada uno, de acuerdo a su forma de ser y obrar, le resulte mejor. Podemos pensar que estamos obrando bien, pero existe una palabra que nos puede ayudar y que nos puede cambiar la forma de obrar, pero nos olvidamos de: MUY BIEN.
Siempre tratando de hacer lo mejor, obrar de la mejor manera y hacerlo convencido que estamos dando, de nosotros todo, aun que no nos guste, nos duela, pero dando todo de sí, para bien de los demás. Demostrando una vida de servicio, de entrega, de reconocer que tenemos que AMAR al prójimo como a nosotros mismos. No es sencillo, y menos aún fácil, pero sabiendo que nos cuesta porque llevamos el “carro” muy cargado, y entonces vamos dejando una huella honda y visible.
Si existen personas, en todos los sectores de la sociedad que lo hacen, ¿por qué nosotros no lo podemos hacer? Esto es, no desaparecer, sino convertirnos en océano.
Les deseo muy feliz año.