martes 7 de mayo, 2024
  • 8 am

Día de gloria. Victoria en Sarandí.

Leonardo Vinci
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Leonardo Vinci

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Por Leonardo Vinci
Según Aníbal Barrios Pintos, «el combate de Rincón- triunfal acción de las fuerzas comandadas por Rivera- señaló el primer gran día de gloria del ejército oriental en 1825 y permitió que se dispusiera de las caballadas necesarias que hicieron posible la victoria memorable de Sarandí.»
Días después Don Frutos le escribe a Lavalleja: «Yo creo que a nosotros, lo que nos conviene en (estas) circunstancias es reconcentrar todas nuestra fuerzas sobre estos enemigos y estrecharlos (todo) lo posible a ver si logramos destruirlos, o cuando no, obligarlos a que abandonen el punto que ocupan, que por ahora, les es ventajoso.»
Lavalleja- tras conocer que Bento Manuel ha partido con tropas brasileñas de Montevideo- le escribe a Don Pedro Trápani desde su campamento: «Estoy ansioso por pelearlo…» e inmediatamente le pide a Rivera que le envíe 300 o 400 hombres.
Éste, reúne a sus Jefes en Junta de Guerra e informa del pedido de Lavalleja. Alfredo Lepro escribe sobre este punto: «Consecuente con su idea, Rivera considera que para enfrentarlos conviene reunir el mayor número posible de hombres y darles batalla. Conversa largamente con Latorre, Laguna y Planes. Deciden no sólo enviarle los hombres solicitados por Lavalleja, sino marchar todos hacia él».
Al respecto, dice el historiador militar Coronel Vázquez Ledesma «El genio siempre dispuesto de Rivera, la viveza natural del gaucho, las ocurrencias aladas y las jugarretas inverosímiles, eran para él una fuerza superior a los armamentos, a las disciplinas y a las cifras.»
Cuenta el Coronel Horacio Vico que una vez reunidos los compadres en el campamento de Don Frutos, en breves minutos deciden la maniobra: esperar que el enemigo avance y cruce el arroyo del medio para entonces, con ese obstáculo a la espalda- que limitará su espacio de maniobra- cargarlo a su vez y destruirlo.
Vuelto Lavalleja a reunirse con las tropas bajo su mando directo les dice: «Nuestra retirada será el Río Grande. Queda prohibida la voz de Alto.»
Los orientales se aprestan a enfrentar la muerte para liberar la patria.
Cuando llegan las 8 de la mañana, el pequeño cañón entra en acción. Spikerman despliega al viento la bandera tricolor de «Libertad o Muerte».
Al día siguiente, desde el cuartel general en el Durazno, Lavalleja le escribe a Don Pedro Trápani «Dos mil soldados escogidos de caballería brasilera, comandados por Bentos Manuel, han sido completamente derrotados el día de ayer en la costa del Sarandí por igual fuerza de estos valientes patriotas que tuve el honor de mandar. Aquella división tan orgullosa como su Jefe, tuvo la audacia de presentarse en campo descubierto, ignorando sin duda la bravura del ejército que insultaban. Vernos y encontrarnos, fue obra del momento. En una y otra línea no procedió otra maniobra que la carga; y aquella fue ciertamente la más formidable que puede imaginarse. Los enemigos dieron la suya a vivo fuego, el cual despreciaron los míos, y a sable en mano y carabina a la espalda, según mis órdenes, encontraron, arrollaron y sablearon, persiguiéndolos más de dos leguas, hasta ponerlos en la fuga y dispersión más completa; siendo el resultado quedar en el campo de batalla de la fuerza enemiga más de 400 muertos, 560 prisioneros de tropa y 52 oficiales, sin contar con los heridos que aún se están recogiendo, y dispersos que ya se han encontrado y tomando en diferentes partes; más de dos mil armas de todas clases, diez cajones de municiones y todas las caballadas».
«Los señores jefes, oficiales y tropas son muy dignos del nombre de valientes. El bravo y benemérito Brigadier Inspector Don Fructuoso Rivera, después de haberse desempeñado con la mayor bizarría en el todo de la acción, corre sobre una fuerza pequeña que ha escapado del filo de nuestras espadas».
Con la extraordinaria victoria de los «compadres» en Sarandí, nuestra independencia estaba cada vez más cerca.