jueves 2 de mayo, 2024
  • 8 am

Las frustraciones

Gisela Caram
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Gisela Caram

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Ps. Gisela Caram
Cada vez menos toleramos situaciones que nos incomodan. Se busca amortiguar la falta, la pérdida, la ausencia, con “algo” que rápidamente, me saque de esa sensación displacentera.
Evitar el sufrimiento a como dé lugar, con lo que sea.
El tema de las frustraciones tiene cada vez más, “mala prensa”, porque parecería que no se puede estar mal…
El miedo a equivocarse, al fracaso, la autoexigencia, todo tiene que ser perfecto, ideal, exitoso, nada tiene que doler…
No se puede ver, que detrás de perder algo, hay un ganar otra cosa…
O, que frustrándome por esto, algo tengo que aprender…
Las frustraciones, no empiezan a manifestarse cuando aprendemos a hablar, con el lenguaje, ni al comenzar la escuela y relacionarnos con otros, o cuando no estamos de acuerdo o nos sentimos muy insatisfechos.
Es anterior.
Las primeras frustraciones arrancan al nacer, cuando el bebé llora y la madre no sabe si es porque tiene hambre, sueño, hay que cambiarle los pañales, le duele algo, o simplemente necesita la proximidad del cuerpo materno.
Estos primeros encuentros/desencuentros, a veces son decodificadas por una mamá empática, que va entendiendo y conectando lo que el niño está pidiendo, y a veces, esto no sucede.
Ese tiempo entre la demanda del bebé, la espera, y el tiempo en que responde la madre, va haciendo que el niño vaya comenzando a armar, su aparato anímico.
La madre también tiene sus tiempos, y el lapso entre la demanda del bebé que llora reclamando, y el momento en que la madre está disponible, y puede satisfacer su pedido, se irá armando la fortaleza que tiene que ver con las frustraciones.
Claro que desde que nace el ser humano busca lo placentero y evita lo desagradable. Pero sin dudas que ese bebé tendrá un desarrollo más saludable, si le tocó una madre, padre, abuelos, cuidadores, que puedan ir decodificando esos llantos.
La afectividad en estos vínculos, la expresión del rostro de los adultos, irá constituyendo los comienzos del mundo del niño.
Si cada vez que llora un bebé, la madre lo pone al pecho, como si la única necesidad fuera la alimentación, o si cada vez que llora en la noche, lo acuesta con ella, ese niño irá armando un modo de comunicación a través de actos.
Muy por arriba, trato de expresar la importancia del desarrollo de la empatía desde el comienzo de la vida.
Esto, irá construyendo la base, para la mayor o menor tolerancia a las frustraciones.
Por ejemplo, supongamos un bebé llora, me acerco, lo levanto, conecto mi mirada con la de él, y trato primero de calmarlo, no le tapo la boca ni con el pecho ni el chupete, lo miro, expreso algunas frases, y también voy yo, tratando de descubrir a qué demanda corresponde ese llanto. Esto sería un simple ejemplo de la construcción de mi vínculo con ese niño, de la empatía que puedo ir desarrollando con él, en ese sentirse entendido.
La calma y el afecto con que se vaya entretejiendo esta trama, irá dando mayor fortaleza y soporte para tolerar las esperas, las ausencias, las rabias, los enojos, que desde chiquito se manifiestan a través del llanto.
Crear condiciones para que ese niño vaya sintiéndose entendido.
Cuando el lenguaje llega, sobre los dos años, se irá expresando con palabras, y, a manera de prevención, la palabra puede ser el gran puente para que un niño, pueda decir qué le pasa y no llegar a hacer síntomas o poner en el cuerpo sus conflictos.
Los síntomas emocionales, cuando aparecen en la infancia, hablan de algo que ese niño no puede procesar, de algo que le molesta internamente, y lo expresa a través de un acto que se repite con frecuencia, y no es una conducta regresiva, transitoria, sino que se sostiene en el tiempo.
Otras veces aparece a través del cuerpo (somatización).
Hoy vemos que, para evitar toda situación displacentera, o de frustración, las situaciones son anestesiadas.
¿Era tan nociva la televisión hace 20 años atrás?
¿Será que los dispositivos electrónicos, actúan como una adicción sin sustancia, primer paso hacia las dependencias?
¿Cómo resuelven los adultos sus problemas, a los ojos de los niños?