viernes 26 de abril, 2024
  • 8 am

Perdón por el exabrupto, Pero ni en pedo

César Suárez
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César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Los seres humanos a pesar de la soberbia de algún inadaptado, somos muy vulnerables y nuestras condiciones de supervivencia están directamente vinculadas a nuestra capacidad de reconocer nuestras debilidades y tratar en lo posible de no meternos con eso, saber, inteligentemente, generar barreras eficientes que nos protejan de determinadas noxas que pueden hacernos daño. En suma, debemos desarrollar nuestra capacidad de reconocer nuestros enemigos, valorarlos en su justa medida.
Aunque no parezca, vivimos desde nuestro nacimiento en guerra permanente con enemigos poco visibles que en cualquier circunstancia nos pueden hacer daño y si no me creen, escuchen o vean diariamente los informativos y verán como, cada día, decenas o quizás cientos de personas sufren eventos inesperados que pueden terminar con la vida de uno o varios o dejar daños transitorios o permanente que les cambiará la vida para siempre a sí mismos o quienes están afectivamente cerca.
En esa lista se suman, accidentes de trabajo, accidentes de tránsito, peleas circunstanciales, intoxicaciones, infecciones, contagios de enfermedades endémicas o epidémicas, deterioro progresivo por consumo de drogas sociales, tanto legales como ilegales. Analizadas fríamente, la mayoría de estos eventos son evitables con sólo evaluar cada riesgo y tomar las precauciones necesarias simplemente razonando o siguiendo el consejo de los que realmente saben de cada tópico.
Más allá de la conducta temeraria que cada uno asuma, y más allá de las consecuencias que esa conducta puede generar, las consecuencias de cada uno de estos actos, pasará a engrosar las estadísticas de la salud pública de una comunidad que deberá disponer de recursos del erario público para emendar los daños generados en cada persona afectada sin preguntarse la razón.
Frecuentemente se reclama más recursos para la salud y es obvio que la salud pública debe contar con los recursos necesarios, pero los recursos siempre serán insuficientes sin la conducta social no está dispuesta a cuidar razonablemente su salud.
He estado escuchando en estos días, insistente y alegremente, reclamos políticos para que se pueda manejar con alcohol en la sangre, intentando dejar sin efecto una gran conquista de cero alcohol al volante, y no son precisamente médicos los que lo reclaman, por el contrario, son personas que carecen de capacidad para evaluar el riesgo sanitario con el agravante que una de ellas a su vez, niega, en forma totalmente irracional, el beneficio de usar casco protector en los motociclistas a contracorriente de la opinión especializada y de todas las estadísticas.
Los factores culturales inciden en forma decisiva en la performance de la salud de cualquier comunidad y como nadie nace sabiendo es necesario incorporar a través de la educación conductas saludables, pero no alcanza sólo con la educación formal sino además de políticas sociales que ordenen, faciliten y estimulen en forma colectiva normas que conduzcan a actitudes racionales.
Tampoco alcanza con decretos, leyes o reglamentos si la sociedad no incorpora la necesidad de cambiar sus conductas y en esa área juegan un papel importante los medios masivos de comunicación y la opinión y compromiso de hoy llamados influencers, personas que tienen seguidores.
En nuestro país que las autoridades son elegidas en forma democrática, los políticos juegan un rol fundamental, sobre todo aquellos que tienen cargos electivos a través del voto popular y la opinión de ellos incide en forma decisiva por su investidura.
Cuando un político importante sale a cuestionar una norma saludable ya impuesta y aceptada, distorsiona la adherencia a esa norma.
Un vehículo transitando por las calles o por las rutas es un arma peligrosa para sí mismo y para los que andan cerca, por esa razón, la industria ha ido incorporando en forma progresiva elementos de seguridad basados en las estadísticas de los accidentes, frenos con abs, cinturones de seguridad, airbags, sensores de velocidad y de proximidad, cabinas reforzadas, pero nada de eso es suficiente ante un conductor temerario o distraído y cualquier droga, incluida el alcohol son elementos distorsivos que alteran la capacidad de los sentidos para reaccionar sin importar si es mucho o es poco por consiguiente, siempre, mejor es cero.
Y para los que dicen defender la industria vitivinícola, nadie pretende que la gente no tome vino, simplemente se pretende, que, si tomó alcohol, no conduzca.