viernes 3 de mayo, 2024
  • 8 am

El dinero ajeno

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
En esta época en que cada cosa que existe tiene un dueño, rápidamente nos damos cuenta que algo hay que hacer para obtener un recurso para sobrevivir, cada individuo, tempranamente en la vida comienza a ensayar estrategias para obtener algo que quiere y que está en manos de otro.
En la historia ha habido innumerables estrategias para hacerse de un bien deseado o necesario, desde los métodos más groseros haciéndose de lo ajeno a través la amenaza o de la fuerza, procedimiento que ha permanecido intacto hasta nuestros días, estrategia de uso individual o colectivo que estimula al despojado a ceder sus recursos o sus bienes sin demasiada discusión.
Pero hay gente que no tiene la fuerza o la disposición necesaria para obtener recursos por esa vía y la necesidad de convivir pacíficamente se han generado otras estrategias más sutiles para hacerse de lo ajeno. Una manera que fue útil en el pasado era el trueque, cambiar una cosa por otra, pero había que encontrar a alguien que necesitara lo que tengo para ofrecer al que tenía lo que yo quería. Para simplificar, se inventó el dinero, una suerte de documento en papel o moneda, que todo el mundo acepte, facilitando el intercambio.
En estos tiempos, es el dinero el que manda, el problema que surge es cómo conseguirlo, como hacerse de él. Cómo obtener ese dinero que lo tiene otro y tratar de sacárselo sin violencia, aunque para algunos, esta estrategia sigue siendo una buena opción.
Las estrategias para obtener el dinero ajeno van desde acciones elementales hasta sofisticadas estructuras que te despluman a distancia.
Tempranamente en la vida, cada uno encuentra el camino para hacer de lo que quiere, desde el llanto estridente del recién nacido hasta el cargoseo constante de los pequeños que atomizan a sus padres, abuelos o tíos para satisfacer su precoz consumismo y que han descubierto que a través de atosigar al que está a mano terminan por conseguir todo o parte de lo que quieren.
Pero después el niño crece y mientras sigue desplumando a sus padres, pronto se da cuenta que hay que explorar otras maneras para obtener el dinero ajeno, algunos toscamente, ofrecen su fuerza física de trabajo para obtener algo a cambio, pero pronto muchos se dan cuenta que tal estrategia rinde escasamente para satisfacer tantas aspiraciones y se hace necesario establecer otras estrategias. Una de ellas es aprender una habilidad que sea necesaria para otro (carpintero, sanitario, electricista), profesiones que parecen ser muy solicitadas porque cada vez que uno necesita uno, prometen que vendrán, pero aparecen cuando quieren o nunca.
Hay otras profesiones más sofisticadas con la que cada uno se rebusca para arrebatarle unos mangos a algún distraído que cree o le hacen creer, que necesita eso que otro le ofrece a cambio de una parte de sus recursos.
Hay otros que organizan en una forma compleja y se las arreglan para encontrar la manera legal de quedarse con tu dinero, por ejemplo, te ofrecen cosas que te resultan imprescindibles y no te queda otra opción que entregarles tus recursos (comida, electricidad, medicamentos) o cosas que tú crees que necesitas, ropa de marca, el último invento, un viaje a Disney).
Es una batalla interminable, mientras cada uno de nosotros está intentando tomar algo de la “torta” general, hay otro montón que te convencen o te convencieron en algún momento irte quitando lo conseguido, todos los días estás pagando algo que alguien te ofreció en esa batalla continua de quedarse con el dinero ajeno.
La publicidad te come la oreja, te doran la píldora y ya sos boleta.
En última instancia, como dice el refrán, el dinero va y viene, el problema es que muchas veces solo va
En suma, el dinero está ahí, en manos de alguien, como en una gran pecera pero que es ajena, la clave es tener un buen anzuelo y estar muy atentos a los anzuelos que se arriman a tu pecera.