jueves 2 de mayo, 2024
  • 8 am

Gracias Hugo Felipe

Gerardo Ponce de León
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Gerardo Ponce de León

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Por Gerardo Ponce De León
Este escrito tendría que haber salido el miércoles pasado, pero por falta de energía en el trabajo, me fue imposible enviarlo. Con unas pequeñas correcciones, que creo no cambia nada del escrito, se lo envío este miércoles. La verdad que me es medio difícil encontrar las palabras que les hagan saber lo que uno siente frente a lo sucedido a Hugo Felipe Rolón.
Una persona de muy vasto conocimiento ya que era: maestro, comunicador y pastor, sabiendo que el pagó su carrera trabajando en la ciudad de Salto, pero no recuerdo en donde, y ahí le agregaría otro título. Todo esto lo llevó a ser una persona muy instruida, de muy buena memoria. Pero lo más importante era ser solidario, nunca cobró nada por dar una mano y no le importaba dar las dos. Más de una vez recurrí a su ayuda para lograr algo que él sabía que era para otros. Como ejemplo, los constructores de Casa Amiga, nos piden una viga de ferrocarril, para viga del portón y entrada de dicha obra. Sabía quien había comprado, en un remate varias de ellas, pero no conseguí nada. Fui a su programa de la madrugada y le plantee el pedido, me preguntó si salía al aire y llevo el reportaje al tema, cuando salí me iba con una viga donada.
Cuando se rifó el auto donado por la Intendencia Municipal, cuando llegaba la fecha del sorteo y la venta no era total, él nos dio una idea que solucionó el problema. Nunca nos negó un reportaje, ya que sabía el fin de lo que se buscaba. Como pastor poseía el dominio de la Biblia. Recuerdo un reportaje a Mons. Pablo Galimberti, que al retirarse me comentó: “cómo sabe el hombre”.
Hugo era así, callado en su capacidad, muy lector, que le daba esa capacidad de saber, con un dominio dado por sus reportajes y lecturas, en su léxico dado por la lectura y su memoria. En un viaje que realizamos juntos a la capital, con el Sr. Alberto Crescionini, habló todo el viaje con anécdotas de su vida amenizando el viaje.
Un día me pidió si lo llevaba a la estancia Palomas, donde él siendo niño vivió, dado que su padre, que era agente policial, había trabajado como escribiente. En la medida que caminaba por los vestigios o ruinas, también lo hacía en su recuerdo. Ahí conocí su niñez, sus temores de niño, su padre y madre, su ida a la escuela, sus juegos; abriendo para mí su mundo. Conocí su niñez humilde y propia de la época. Pero lo más importante, fue conocer al ser humano, todo dado por una empatía mutua. Claro que en ningún momento dejando su programa en la radio.
Lo que me queda por decir es GRACIAS, por ser como eras, por los ejemplos que mostraste. Se lo que es poner una cara para nosotros y la otra para la gente que estaba mucho más cerca de Hugo, ya que por lo común todos tenemos dos caras, y de acuerdo al momento a la ocasión.
GRACIAS por atender nuestros reclamos; la ayuda por entender que se hacía para dar un poco más de dignidad al prójimo, porque se buscaba hacer más llevadera una enfermedad, para ayudar a la contención, por saber que solos era imposible lograr lo que se buscaba.
GRACIAS por ayudarnos a hacer Casa Amiga, aún algunos no quieran reconocer vuestra ayuda, callada y anónima.