viernes 3 de mayo, 2024
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Rivera conquista de las Misiones Nace nuestra República (II)

Leonardo Vinci
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Por Leonardo Vinci
Según una ponencia titulada «Confrontando héroes. Una aproximación a las lecturas político-partidarias sobre la independencia del Uruguay», a mediados de 1826, implicado además en acusaciones de connivencia con los brasileños, Fructuoso Rivera encabezó la Vanguardia del Ejército del Norte que en abril de 1828 cruzó el río Ibicuy rumbo a las Misiones Orientales.
El contingente, formado para esa acción, afianzó su posición militar en la zona al término de poco más de un mes, apoyándose en las antiguas alianzas del caudillo y en la situación general de la región.
En 1879- en el marco de las polémicas desatadas sobre la independencia del Estado Oriental con motivo de la inauguración del monumento conmemorativo de la declaración del 25 de agosto de 1825- el político e historiador Francisco Bauzá, destacaba la importancia de la acción militar encabezada por Don Frutos: «cuando Rivera apareció nuevamente en escena, sublevando al pueblo y deslumbrando a todos con sus victorias, sintiéronse como sobrecogidos de terror los dos rivales que aspiraban a dominarnos». E iba aún más allá: «Rivera tenía la conciencia de su fuerza en aquel momento, o por mejor decir, él era la fuerza de la revolución» Asimismo, sostenía que Rivera había emprendido esa campaña militar «con el único objeto» de lograr la «soberanía oriental».
Alberto Palomeque escribía en la Revista histórica en 1915: Rivera Llegó al Ibicuí el 21 de abril, el mismo día que Balcarce le intimaba a Oribe suspendiera toda persecución, y que se retirara al asedio de Montevideo. Llegó, como él decía, en medio del «entusiasmo y decidido ardor de mis bravos soldados». En el lado opuesto del Ibicuí había una fuerza brasileña. Los orientales se lanzaron al río muy «crecido», comandados por «el benemérito y valiente capitán Caballero». Eran 80 hombres, que pasaban «a nado, con sólo los sables en la cintura y las pistolas atadas a la cabeza».
La habilidad de Rivera consistió en adelantarse a sus émulos, y dar un golpe, que según lo pensó con su audacia genial, probó que la campaña de las Misiones era más de efecto moral que de esfuerzo material.
Manuel Pueyrredón decía- entre otras cosas- que «El general Rivera era un hombre verdaderamente célebre. Salido de una clase vulgar, conservó hasta su muerte las maneras toscas del hombre de campo. Tenía todas las cualidades del caudillo. Jugó un gran rol en su país, donde se le reputaba la primera capacidad militar. Muy práctico del terreno, conocía todos los montes, valles, ríos, arroyos y picadas, aun las menos frecuentadas. Esto le dio siempre una gran ventaja sobre sus enemigos. De todos los caudillos de la Banda Oriental, el general Rivera fue el más manso y humano…»
Lo que no habían logrado Juncal ni Ituzaingó, lo obtuvo la conquista de las Misiones Orientales.
«Al fin se han colmado nuestros deseos del modo más glorioso que podía esperarse, y el grande mayo, el 25, vio el Uruguay los trofeos de su triunfo sobre los portugueses. A la una de este memorable día llegaron sus oficiales, sus enviados a la ciudad del Uruguay con la importante noticia de su victoria sobre los siete pueblos de las Misiones Portuguesas. Desde el Comandante, hasta el último ciudadano se propagó la alegría de un modo universal. Salvas, repiques, alborozos, festejó el grande suceso. Todo se puso en movimiento. Yo y demás amigos festejamos la noticia de un modo que jamás se vió en Gualeguaychú» escribía el Párroco José Joaquín Palacios a Fructuoso Rivera.
Las masas populares, por esa captación que hace vibrar con resonancias inesperadas la cuerda más íntima de su sensibilidad, supieron que allí estaba la victoria y el fin de la guerra, según Agustín Beraza.
Indiscutiblemente, la recuperación de las Misiones por parte del General Fructuoso Rivera fue la que decisivamente influyó para que se hiciera la paz y para que naciera nuestra República independiente.