viernes 3 de mayo, 2024
  • 8 am

50 años

Gustavo Varela
Por

Gustavo Varela

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Por Gustavo Varela.
Han pasado las 48 horas de conmemoración de los sucesos de hace 50 años.
Las cámaras de los diferentes medios se van apagando lentamente, las notas de los periodistas gráficos se van cubriendo de otras noticias y las radios vuelven con sus programas diarios.
Los estudiantes vuelven a los libros, los trabajadores a sus puestos los productores a sus tareas.
El país retoma su ritmo cotidiano nuevamente.
Ya vimos, leímos y escuchamos a quienes fueron testigos directos las impresiones que tuvieron, y a muchos de quienes no fueron testigos directos algunos disparates.
Es hora de poner en práctica la defensa diaria de la Democracia y la República con los gestos y con los dichos, pues es la única manera de cultivar esos dos grandes conceptos.
Repasando las repercusiones de medios periodísticos de otros países, se puede afirmar que el Uruguay en comparación con el barrio sudamericano, tiene un valor agregado que hace que nos miren con sana envidia.
La imagen de los últimos Presidentes junto con el actual, recorrió el mundo, demostrando valores como la tolerancia, la sana alternancia partidaria, la convivencia republicana, que son cultivados permanentemente por estos lares.
Nos peleamos, discutimos, nos ponemos de acuerdo, pensamos diferente, pero aún se conserva en muchos de los integrantes del elenco político, límites que no sobrepasamos.
Pocos, diría muy pocos países del continente, son capaces de reunir a cuatro presidentes que representan a las tres fuerzas políticas que gobernaron a éste país en toda su historia, alrededor de una mesa para dar su visión de la historia, que con toda seguridad sea absolutamente diferente en cada uno de los casos pero que a la hora de dejar un mensaje hacia el futuro a las nuevas generaciones, se amalgaman en una sola dirección, como lo es la defensa irrestricta de las Instituciones democráticas.
Cueste lo cueste.
Aquellas expresiones minoritarias, que creyeron que se podían hacer del poder por las armas, dejando de lado la voluntad popular manifestada en el voto, fracasaron cuando lucharon, pero también fracasaron cuando intentaron negociar entre ellos la suerte del país.
La tarea hacia el futuro es permanente.
Sin miedo al enfrentamiento y a la discusión sana y constructiva, que es la esencia del sistema, sin bajar la guardia, pues el peligro acecha desde ambos flancos en su expresión ultra, pero siempre sometiéndose a la voluntad popular, que fue, es y será el único legitimado para elegir a los gobernantes.
Ojalá que dentro de otros 50 años, las generaciones que la evoquen, puedan recordar el centenario de esos (in) sucesos, disfrutando de las virtudes de libertad en todas sus formas, defendiendo esta democracia, que es muchas veces incomprendida, pero que es el único de los sistemas donde el individuo y las sociedades se pueden desarrollar.
¡Salud Uruguay!