domingo 5 de mayo, 2024
  • 8 am

Cántaro

César Suárez
Por

César Suárez

204 opiniones

Por Dr. César Suárez
He escuchado, casi desde que tengo uso de razón decir que “tanto va el cántaro al agua que al final se rompe” frase que suena como un destino inexorable para el pobre cántaro que según parece, tenía la adicción de irse al agua ante el menor descuido, pero es este mundo moderno las cosas cambian tanto y tan rápidamente que el cántaro pasó de tener una ocupación plena durante mucho tiempo hasta quedarse casi sin trabajo ya lo sumo pasó, de ser un elemento imprescindible a un simple elemento decorativo, con la mala suerte que a pesar de haber dejado de ir al agua, también se rompe, frecuentemente de un pelotazo lanzado en forma violenta por algún pequeño o no tanto, jugando con una pelota en forma desaprensiva dentro de la casa, tratando de imitar a sus ídolos que ven en la televisión haciendo goles, escandalizando a la madre o a la abuela viendo que ese jarrón heredado, había permanecido allí décadas como un simbólico recuerdo de tiempos pasados y lleno de sentimientos y que a los gurises, tanto les daba, más allá de quedarse sin pelota por varios días, secuestrada por la dueña de simbólico adorno.
Para los que no conocen de qué se trata y por si alguno le interesa, un cántaro es un recipiente o vasija hecho de barro o de algún metal u otro material impermeable, que sirve para guardar, conservar y transportar líquidos. De forma ovoidal, con la boca y la base de apoyo más estrechas, puede disponer de una o más asas.
Al pobre cántaro lo “mató” la modernidad como a infinidad de otras costumbres que el llamado progreso fue descartando y la comodidad del agua corriente y la comodidad de disponer de agua con sólo abrir una canilla lo fue dejando sin trabajo para terminar siendo un objeto testimonial o un simple adorno.
Yo he tenido la suerte de que nunca se me rompió un cántaro, simplemente porque nunca tuve uno, pero si he tenido infinidad de cosas, que, sin ser cántaros, se me viven rompiendo y no hay semana que no tenga que reparar algo
Ahora, cuantas más cosas tengo, más cosas se me rompen y según he oído, los electrodomésticos ya viven programados para romperse y si no, la propaganda de la televisión te va “horadando los sesos” y te termina por convencer que ese aparatejo que todavía funciona, tenés que cambiarlo por uno más moderno que tiene un montón de funciones nuevas, funciones, que seguro, cuando lo compres, nunca las vas a usar y lo vas a seguir usando, las mismas funciones que usabas en el aparato que acabas de descartar.
Sin ir más, últimamente, se me rompió una heladera, algo que va en el motor del auto que tiene que ver con la tracción cuyo repuesto ya no me acuerdo como se llama, el jardinero me agujereó un caño del riego, en una pared me comenzó a ingresar humedad, se rompió mi computadora que la tuve que cambiar por otra que la estoy tratando de entender, se me complico la grifería de un baño que se tapó y no dejaba pasar el agua caliente, se alteró un cable de una cámara de vigilancia y menos mal que no tengo cántaro porque si lo tuviera ya se hubiera roto de un pelotazo ejecutado por uno de mis nietos.
Pero volviendo a los cántaros, si el agua sigue salada en la zona metropolitana de nuestro país y los caños se siguen tapando, no me extrañaría que vuelvan con su fragilidad para traer a cada hogar el agua potable distribuidas por las cisternas de Ose instaladas en alguna esquina, eso sí, van a tener que competir con los bidones de plástico descartables que ahora abundan tanto.