Por Agustín Radesca
En la columna de esta semana, tengo por finalidad realizar un escrito didáctico, con fines ilustrativos a los efectos de brindarle al lector las herramientas para saber cuándo estamos ante un Estado que usufructúa un Estado de Derecho.
Quien suscribe tiene el orgullo de transmitirles que nuestro país posee una de las democracias más sólidas del mundo y la segunda más sólida de América después de Canadá.
Pero para el infortunio de otras poblaciones de la región o mejor dicho, del continente como son las de Cuba o Venezuela estas no cuentan con la fortuna que tenemos los Uruguayos al tener un Estado Democrático-Republicano que respeta nuestros derechos tanto individuales como colectivos y asimismo nos provee una gran batería de garantías que nos dan gran seguridad, como también (y en esto nuestro constituyente fue prudente) se nos une con varios mecanismos de democracia directa contra los desbordes que puedan existir.
Comenzando con el objetivo “pedagógico” de esta columna, es menester tener como primero al ingrediente republicano bien acentuado, en el sentido de que el actuar estatal, de sus órganos, funcionarios (y también nuestros gobernantes) deben estar sometidos a la regla de derecho, al ordenamiento jurídico. Esto se traduce en el principio de legalidad y de especialidad que nos tutela contra los posibles arbitrios y desbordes que puedan sucederse.
Asimismo, el Estado debe reconocer, efectivizar y tutelar los derechos de sus habitantes tales como: el respeto irrestricto por la soberanía popular, libertad de pensamiento y de opinión, elecciones libres, y el respeto por tantos otros derechos humanos de distintas generaciones. Por otro lado, y no menos importante, no debemos perder de vista el ingrediente democrático del cual podemos sacar varios elementos que deben hacerse presentes a la hora de demostrar certeza sobre existe democracia o no en un
Estado determinado.
En primer lugar: la existencia de distintas opiniones, de la pluralidad de las mismas, traducidas en pluralidad de partidos políticos, sindicatos, agrupaciones filosóficas como la masonería por ejemplo o pluralidad de religiones.
En segundo lugar, la existencia de elecciones limpias, transparentes, debidamente garantizadas por órganos externos a los poderes del Estado para que los gobernantes puedan elegir con absoluta libertad a sus gobernantes.
Podríamos seguir hablando de otros elementos a tener presentes para saber si se está ante un Estado de Derecho, Democrático y Republicano. Pero con los alegados es más que suficientes para saber si estamos en presencia de uno. Es por esto que cuando a la población distintos actores le digan que en Estados como Cuba y Venezuela hay democracia, hay Estado de Derecho, es menester tener presente los elementos mencionados at supra para saber si existe o no democracia, para saber si existe un verdadero de Estado de Derecho.
Cierro conduciendo a la conclusión que: o bien existe democracia o no existe. No existen tales supuestos (como se ha alegado por algunos) como una “democracia diferente”. Se tiene salud o no se tiene, no existen en estos casos supuestos intermedios o grises.
