viernes 3 de mayo, 2024
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Redes sociales y sexualidad

Myriam Puiggrós
Por

Myriam Puiggrós

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Por Myriam Puiggrós Psicóloga Sexóloga
Sabemos que tanto las herramientas de edición de imágenes, como los filtros en las redes sociales, pueden afectar en ocasiones la percepción y los criterios de la belleza corporal. Surge una imagen idealizada del cuerpo. Estas herramientas pueden crear expectativas poco realistas e influir en la autoimagen de las personas.
Las redes sociales pueden ser tanto una plataforma para promover la diversidad y la inclusión como un espacio para perpetuar normas de belleza estereotipadas. Actualmente existen campañas y movimientos en línea que han desafiado los modelos convencionales de belleza. Un ejemplo es el movimiento “body positive” que va contra los estándares de los cuerpos. Se trata de un movimiento social y cultural que busca cuestionar los patrones estéticos imperantes. “Cuerpo positivo” se viene impulsando en todo el mundo. Se intenta promover el concepto de que todos los cuerpos merecen respeto y poder ver su belleza sin que venga determinada por parámetros de aceptación externa. Es una de las razones por las que se reivindica la necesidad de que las empresas de indumentaria ofrezcan variedad de talles y que estos se ajusten a la realidad.
Podemos analizar también la influencia de las redes sociales en la forma en que las personas perciben y experimentan la sexualidad. Pueden impactar en la autoestima y las expectativas sexuales. En ocasiones las personas tienden a enfocarse en la opinión de los demás respecto de sí mismas. Ponen su valoración en manos de terceros y cualquier calificativo les puede hacer sentir muy bien o muy mal. No se tiene en cuenta la información errónea y prejuiciosa a la que se puede acceder. Por esto mismo es importante, filtrar la información, desarrollando y potenciando nuestro criterio personal. No todo lo que vemos en internet es saludable o aplicable a nosotros.
Se consume gran caudal de información respecto a comportamientos y prácticas sexuales. Muchas personas mantienen un enfoque competitivo de la sexualidad e intentan alcanzar como meta lo que encuentran en las redes. Generan ansiedad, expectativas que después les lleva a angustiarse y consultar al frustrarse. Un ejemplo fue en su momento el caso de la multiorgasmia en la mujer, convirtiéndose en un desafío para las parejas cuando antes no tenían ningún inconveniente registrado en sus encuentros sexuales. Se fantasea con que el resto de las personas logran todo lo que les llega de información. Últimamente lo vemos con la llamada eyaculación femenina y el famoso squirting. El primero sería un fluido espeso y blanquecino segregado por las glándulas de Skene a los lados de la uretra y el squirting la expulsión de una cantidad variable de orina diluida (agua clara) según algunos autores. Lo cierto es que esta información se transforma en una pesadilla y búsqueda desesperada para lograr la obtención de estos líquidos. La estimulación del punto G también ha sido muy promocionada. Tal es así que hay clínicas que ofrecen engrosar un punto cuya existencia real aún está en discusión. La intimidad sólo es un espacio saludable cuando se deja de lado el estrés y se incursiona en ella de la misma manera que entran a jugar los niños y niñas en los peloteros multicolores.
Otra temática relacionada a las redes son las nuevas formas de las personas de relacionarse y conectarse sexualmente. Las aplicaciones de citas en línea, la exploración de la sexualidad a través de internet, pueden facilitar o complicar las relaciones íntimas. Todo tiene pros y contras y esto dependerá de las características de personalidad de cada uno/a y de cómo gestionará sus emociones y posibilidades que se despliegan.