Mes de la Salud Mental
Por Myriam Puiggrós. Psicóloga Sexóloga
Este mes, el 10 de octubre, se celebró el Día Mundial de la Salud Mental. La Organización Mundial de la Salud (OMS) hace un llamado a la reflexión y la acción para promover y proteger la salud mental como un derecho humano universal. Como todo Derecho este debe ser garantizado. En 2017, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó la resolución “Salud mental y derechos humanos” donde reafirmaba el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental.
No puede decirse que hay salud, sin salud mental. Los trastornos o afecciones mentales pueden afectar a personas de todas las edades, género, orientaciones, identidades, nivel socioeconómico y de cualquier lugar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 450 millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por un problema de salud mental que dificulta gravemente su día a día, y se calcula que 1 de cada 4 personas tendrá un trastorno mental a lo largo de su vida. A pesar de estos datos hablar de la salud mental continúa siendo un tabú.
La OMS describe la salud mental como “un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
La salud mental es un derecho humano que forma parte del derecho de todas las personas a una salud integral. Es así que no hay derecho a la salud garantizado si la salud mental no está también cubierta. Aún hoy el derecho a la salud mental se encuentra comprometido ya que son insuficientes los profesionales para atender la demanda de las poblaciones más vulnerables. Hasta no hace demasiado tiempo la salud mental no se tenía en cuenta dentro de las instituciones sanitarias. Cuando lo era, la atención consistía en la consulta con psiquiatría y la medicación correspondiente. Otras alternativas como la psicoterapia en forma exclusiva o combinada con la medicación, no se contemplaba.
Los Estados son los que deben garantizar este derecho a la salud mental a la población a través de programas de promoción y prevención de la salud mental, invirtiendo en ellos y dedicando los recursos necesarios. La inversión generalmente escasa para garantizarlo, hace que este derecho se vea desprotegido. En Uruguay tenemos la ley No. 19529 Ley de Salud Mental. La presente ley tiene por objeto garantizar el derecho a la protección de la salud mental de los habitantes residentes en el país, con una perspectiva de respeto a los derechos humanos de todas las personas y particularmente de aquellas personas usuarias de los servicios de salud mental en el marco del Sistema Nacional Integrado de Salud. Sus disposiciones son de orden público e interés social.
Así como la salud mental, la salud sexual también ha sido un aspecto relegado de la salud integral. Hoy en día, como ya lo hemos visto, se habla de los Derechos Sexuales como derechos humanos inalienables.
La salud mental y la salud sexual son bidireccionales, es decir que podemos plantear su reciprocidad. Son derechos que no pueden separarse, ya que la salud sexual tiene que ver con el ejercicio del bienestar, físico, emocional y sociocultural vinculado con la sexualidad. Desde el enfoque de la educación para la salud no podemos soslayar la importancia de tener en cuenta la educación sexual así como también tener presente dentro de la educación sexual los aspectos de autocuidado, prevención y relaciones interpersonales equitativas y libres. Destacamos también aquello que comparten quienes se desmarcan de las casillas sociales, ya sea por exhibir características que se derivan de sus peculiaridades psíquicas o por ser disidentes de lo heteronormativo. Comparten así el estigma y la discriminación aquellos/as llamados/as locos/as o las personas que sufren el repudio por la homotransfobia. Son las personas raras, diferentes. Hoy contamos con leyes que legitiman el derecho a ser, contra la discriminación y el estigma. Ser conscientes del daño que produce la discriminación de cualquier tipo y su incidencia en la salud mental.