martes 7 de mayo, 2024
  • 8 am

Reencuentros

César Suárez
Por

César Suárez

204 opiniones

Por el Dr. César Suárez
Sacando la cuenta, en agosto de este año se cumplieron 42 años que soy dermatólogo y venerólogo de acuerdo lo que versa mi título expedido por la Facultad de Medicina y certificado por el Ministerio de Salud Pública de ese entonces, aún en tiempos de dictadura.
Los conocimientos de ese entonces eran muy diferentes que los de ahora, al punto que, al recibirme de especialista, el Sida no existía o más bien era una rara afección de la que ni se hablaba o se hablaba poco, apenas como una curiosidad, pero de que no se conocía nada.
O sea, que durante cursaba mi especialidad no estaba en el programa, sin embargo, ya radicado en Salto, comenzó la epidemia en nuestro país siendo la infección VIH considerada sobre todo una enfermedad de trasmisión sexual y al ser yo venerólogo (especialista en enfermedades venéreas) y al no existir en ese entonces infectólogos en nuestro departamento, la nueva enfermedad terminó por caer dentro de mi especialidad.
El primer en el país fue en 1983 y el primer caso diagnosticado en Salto, fue en 1988.
Había que pensar desde cero, por consiguiente, estudiar algo nuevo luego de recibido. En esa época no existía internet, solo disponíamos de teléfono fijo lo que nos obligaba continua mente a viajar para intentar actualizarse, concurrir a cursos, congresos, realizar maestrías.
Los médicos de interior estábamos en clara desventaja con los radicados en Montevideo y además los especialistas dermatólogos éramos escasos en todo el interior y no había con quien intercambiar. Había que arreglárselas solo.
Por estas otras razones nos movimos para formar una Sociedad de Dermatólogos del Interior para organizar eventos de actualización de conocimientos.
Unos pocos aventureros, noviembre de 1986 decidimos reunirnos en el centro del país en una chacra en el departamento de Durazno y quedó fundada nuestra sociedad y ahí mismo, decidimos que íbamos a realizar nuestro primer congreso en año siguiente, en Terma del Arapery.
Enseguida comenzamos a trabajar para dicho evento con la desavenencia de los dermatólogos capital que interpretaron que nosotros renegábamos de la sociedad de Dermatólogos del Uruguay nos costó hacerles entender que nosotros no queríamos separarnos, simplemente que nuestra realidad era diferente a la capital y sólo queríamos tener un espacio para encarar nuestra situación.
Con gran esfuerzo, terminamos por armar nuestro primer congreso en junio de 1986 y la aventura salió bien porque concurrieron casi todos los dermatólogos del Uruguay, incluyendo los de la capital, a partir de ahí, cada 2 años tuvimos nuestro evento, el segundo también en Termas del Arapey y después, el congreso comenzó a recorrer el país, Piriápolis, Río Negro Minas, Colonia, Canelones para después volver Termas del Arapey que se ha transformado en la sede permanente.
En esta semana que finaliza hemos realizado nuestro congreso número 18.
Muchos de los dermatólogos que expusieron su ponencias en esta oportunidad todavía no habían nacido cuando nuestro primer encuentro hace ya 36 años, ahora son las nuevas generaciones encargadas de mantener la llama encendida.
Ha sido una larga historia y una gran satisfacción haberla vivido donde la familia de dermatólogos de todo el país tuvo la oportunidad de encontrarse y volverse a encontrar y unificar el espíritu de nuestra pasión.
Aunque no transcurrió tanto tiempo, las cosas ahora son diferentes, si bien seguimos disfrutando a pleno nuestros encuentros presenciales, las herramientas de comunicación dieron un vuelco trascendental a nuestra posibilidad de intercambio, casi que ya no se nota la diferencia entre estar en la capital o en el interior o cualquier parte del mundo porque la virtualidad democratizó el acceso a cualquier información al instante, pero nuestros encuentros seguirán siendo imprescindibles porque la cercanía y el contacto humano da siempre esa energía imprescindible para seguir vivenciando la pelea por lo que amamos y por lo que siempre luchamos.