jueves 2 de mayo, 2024
  • 8 am

Los vericuetos de la memoria

César Suárez
Por

César Suárez

203 opiniones

Por Dr. César Suárez
Cada fecha siempre trae a colación algún acontecimiento atesorado en la memoria de alguien o de muchos, recuerdos personales o de gente conocida o testimonios históricos que dejaron huella, antepasados que ya no están pero que fueron los que construyeron la historia de la que hoy día nosotros somos testigos y disfrutamos sus logros o padecemos sus errores, esa historia va generando las particularidades de cada comunidad, de cada país de cada continente y del mundo todo y la memoria personal y colectiva generan la versión de cómo fue o cómo se interpretó.
Hay historias importantes que han incidido en la vida colectiva y hay historias individuales que no son tan trascendentes, pero son historias que marcan la vida de cada uno y que en ocasiones vale la pena repasar.
El 28 de noviembre de 1978, fecha que en pocos días se cumplirán cuarenta y cuatro años yo obtenía mi título de Doctor en Medicina, fecha que casualmente coincidía con el cumpleaños de mi madre que tanto había incidido para que yo, desde mi posición inicial de peón rural, pudiera llegar a la Facultad de Medicina.
Eran épocas de dictadura y el curso de mi carrera yo había sufrido las consecuencias de mi militancia gremial que me llevaron por un tiempo a estar retenido en un cuartel sin haber hecho nada diferente que una democracia permite pero este acontecimiento retrasó mi graduación en un año y medio y dejo en mi legajo la categoría c que caprichosamente habían calificado a los ciudadanos los que habían asaltado la institucionalidad y que restringían la posibilidad de concursar y de acceder a un trabajo.
En el año 1981, hace 41 años, obtenía mi graduación como Dermatólogo y Venerólogo pero aún condicionado por mi categoría de ciudadano que no calificaba para recién recuperar mis derechos en febrero de 1985 con la recuperación de la democracia.
Es curioso y reconfortante ver en estos días poder compartir con colegas que aún no habían nacido el día de mi graduación y comprobar todos los cambios vividos en el transcurso de todo este tiempo.
La medicina ha evolucionado en todo este tiempo en forma inconcebible, la tecnología ha traído recursos inimaginables y ha sido necesario la actualización permanente para estar al día con los nuevos conceptos y la aparición de nuevas enfermedades y la necesidad de aprender cada día con la dificultad de estar físicamente lejos de las fuentes del aprendizaje lo que obligaba a viajar constantemente a la capital para estar conectado con la cátedra de la especialidad pero también al extranjero en busca constante de actualización y participando en múltiples eventos científicos para ir incorporando los nuevos conocimientos.
Pero la fuente de conocimiento no solamente estuvo en todas esas instancias, el aprendizaje fundamental fue sin duda, atendiendo y escuchando a los pacientes que dadas todas las múltiples particularidades de cada uno eran un estímulo permanente y una suma de experiencia continua aplicable a cada nuevo caso.
Decenas de miles de pacientes, más de cien mil consultas no caen en saco roto, experiencias que han ido dejando ese sedimento imprescindible que aporta la experiencia.
Pero la tecnología ha sido generosa conmigo, cuando la energía necesaria para ir físicamente tras el conocimiento a través de incesantes viajes ya no es la misma que en la juventud, llegó la maravilla de la virtualidad para poder ahora obtener el conocimiento a través de plataformas que permiten acceder al conocimiento a través de los medios electrónicos, recibir e intercambiar conocimientos desde la comodidad de la casa de cada uno con simplemente disponer de una computadora o de un teléfono celular, una maravilla que llegó justo a tiempo para seguir estando conectado con la evolución del conocimiento.