lunes 6 de mayo, 2024
  • 8 am

El que sabe, sabe, y el que no, es jefe

César Suárez
Por

César Suárez

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Por Dr. César Suárez
Escalafón e una palabra que define una lista de rangos en que se agrupan las personas integradas en una institución. Dichos rangos pueden definir funciones jerárquicas o administrativas.
Cada rango o cargo dentro de un escalafón pueden ir acompañados de títulos, símbolos y distinciones que dependerán siempre de la organización que lo defina, tales como el color de un uniforme, escarapelas, insignias, galones y otros chirimbolos diversos.
Aquellas personas que no ostentan un título suelen ingresar a una organización como cadetes en el grado más bajo del escalafón, en general realizando tareas inespecíficas por indicación de los que lo necesitan realizando mandados de acuerdo a lo que el superior necesite o se le antoje.
A partir de esa tarea, el cadete va adquiriendo ciertas habilidades que de acuerdo a su capacidad y la decisión del jefe puede ir ascendiendo en el escalafón y no es raro que, si mantiene en la organización, al cabo de años, pasa a ocupar cargos de jerarquía.
Cada individuo que conforma la sociedad intenta ir consiguiendo un lugar donde desempeñarse y a través del estudio o de la experiencia personal, poco a poco cada uno va encontrando su sitio.
Como es lógico, en cada organización tiene siempre que tener a alguien que tome las decisiones, las decisiones funcionales las toman los mandos intermedios y las decisiones importantes siempre las toma el jefe.
En cualquier empresa organizada la jefatura surge de la formación profesional obtenida a través de carreras cursadas o de la experiencia acumulada por años en la tarea o de la suma de ambos méritos y de la preparación, la inteligencia, la iniciativa y la autoridad del jefe dependen de forma determinante el éxito de la empresa que obviamente tiene que ser acompañado por subalternos capaces y comprometidos en la tarea.
Sin embargo, no siempre es así, en ocasiones, a través de ciertas influencias personales algunos caen en una organización en “paracaídas”, hijos, sobrino, parientes que se sitúan por encima de los que la venían remando desde hace años y como no suelen tener ningún título real, a veces se inventan alguno, y sin ningún grado de experiencia comienzan a interactuar en forma torpe y habitualmente generando un clima laboral que compromete el rendimiento de los que siempre empujaron.
Esto suele suceder con los “personajes” colocados a “dedo” sobre todo en empresas públicas más preocupados por cobrar el sueldo que por realizar un esfuerzo para que la organización en la que cayeron sea eficiente, y lejos de aportar algo, estorban, sobre todo si son jefes que dada su falta de formación y de experiencia generan desastres a veces imposibles de acomodar.
A veces, los subalternos con compromiso y experiencia terminan por encaminar las acciones siempre y cuando el jefe puesto a dedo no se le ocurra desautorizarlo aduciendo que él es el jefe.
Al final, en esas circunstancias, lamentablemente es dable aplicar el sabio refrán que reza “el que sabe, sabe y el que no, es jefe” arruinando el escalafón de los que transitaron a través del mérito, del esfuerzo y compromiso de los que transitaron los caminos que marcan la ponderación y la mesura que toda actividad colectiva necesita de forma imprescindible donde los “paracaidistas” no debieran tener lugar.