lunes 6 de mayo, 2024
  • 8 am

Si mal no recuerdo

César Suárez
Por

César Suárez

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Por Dr. César Suárez
Había una vez un planeta con una frondosa naturaleza que no necesitaba de nadie para generar un paisaje excelso que, sin ayuda, creaba bosques, ríos, mares, océanos y gran diversidad exótica de una belleza natural inconmensurable que ni siquiera necesitaba de testigos para vestirse de gala. Así pasó miles de millones de años, evolucionando a su ritmo y manteniendo su equilibrio girando sobre sí mismo y alrededor de su estrella en forma tan regular como si tuviera un reloj.
Y así siguió, año tras, siglo tras siglo, milenio tras milenio sumando miles de millones sin nadie que lo molestara, salvo algún fastidioso meteorito que cada tanto caía de visita sin haber sido invitado.
Después de tanto tiempo, llegaron a superficie un día, seres inteligentes, de inicio muy torpes, pero gracias a su inteligencia comenzaron a aprender, se hicieron soberbios y se creyeron que podían dominar la naturaleza y a través de unos pocos miles de años fueron dejando su impronta, inventaron tantas cosas contra natura que en pocos miles de años pusieron en peligro la existencia de ese hermoso planeta
Desde tiempos antiguos, esos seres fueron creando cosas, cambiaron ríos de lugar, poblaron las laderas de las montañas, destruyeron selvas, crearon desiertos, construyeron edificios monumentales y obras gigantescas, calentaron la atmósfera, derritieron los glaciares y en vez de respetar la naturaleza, fue en contra de ella, porque la soberbia de esos seres inteligentes creía que podría modificar, cambiar, manejar y someter el hábitat a su arbitrio.
Esos seres inteligentes, compitieron entre sí y como la ambición y la soberbia personal fue más importante que la amistad y la solidaridad, expoliaron cada recurso natural y alteraron el equilibrio y como les parecía poco lo que lograban, se pelearon por lo que había, se mataron entre ellos y fueron generando armas cada vez más destructivas y se ufanaron de su poder y se repartieron el botín propio y ajeno.
Y como un designio diabólico se inventaron el glamour, la ostentación, el consumo, el desperdicio, entonces lo que había ya no alcanzó para todos y cada uno agarró lo que pudo y a mucho no les tocó nada de nada y anduvieron como parias, sin destino y se quedaron al margen, desvalidos, desterrados.
Se inventaron cosas y más cosas y se creó la publicidad para hacerle crear los mortales que necesitaban tener todo eso aunque no lo necesitaran y crearon los esclavos del consumo y como no les alcanzaba el dinero, se hicieron voluntariamente esclavos del trabajo y como igual no les alcanzaba, se creó el crédito en muchas cuotas entonces a esos seres le alcanzaba menos porque se gastaban el “generoso” préstamos y se quedaban con cuotas interminable y sus intereses por mora y cuando ya no pudieron pagar se inventó el embargo por mora y le sacaron algo que ya tenían y se quedaron con menos, se quedaron sin nada.
Los que tenían todo, crearon las leyes y armaron ejército para defenderlas para poder castigar a los que se rebelaban y defendieron el orden mientras ese hermoso planeta que vagaba en una enormidad infinita casi como un punto insignificante en la inmensidad de universos.
Y a pesar de gran inteligencia, esos seres nunca aprendieron que estaban destruyendo su propia morada sin tener ninguna otra por más que exploraran siderales distancias.
A decir verdad, no ando bien de la memoria, pero de lo poco que recuerdo, creo, que ese hermoso planeta, se llamaba Tierra.