viernes 26 de abril, 2024
  • 8 am

La conspiración de los objetos inertes

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Parece que los objetos inertes tuvieran vida y suelen jugar con nuestra paciencia.
Lo cierto es que los objetos que pesan menos que el aire tiene la manía de intentar siempre de ocupar el lugar más declive que pueden, aman el piso, tanto que son capaces de arriesgar su integridad, intentando escapar de nuestras manos cuanto pueden, para estrellarse contra la superficie más baja con la que se encuentran en ocasiones perdiendo su integridad, estrellándose contra el piso, vasos, platos, teléfonos celulares, frascos, y creo que destruidos y todo, hasta disfrutan de ver nuestra desesperación mientras escuchan nuestra sarta de improperios.
Otros objetos más pequeños, que a nosotros nos resulta necesarios, no sólo se caen, si no que ruedan y se esconden, debajo de un mueble, el más pesado que hay en nuestra casa, en la parte más lejana que pueden en el rinconcito más inalcanzable y hasta me da la impresión que se ríen viéndonos hacer contorciones para poder rescatarlos.
En otras ocasiones, estos objetos ¿inertes? Juegan a las escondidas cuando más los necesitamos, cuando estamos más apurados, nos obligan a perder nuestro valioso tiempo, buscándolos por todos los rincones, e inexplicablemente, de repente, aparecen ahí, en el mismo lugar que ya buscamos innumerables veces. ¿Cómo que siempre estuvieron ahí?, no, estoy seguro que no estaban, para mí, que se habían escondido a propósito, y de alguna manera mágica, que sólo los objetos inertes conocen, se esconden y reaparecen solos.
En esa categoría están las llaves de la casa, la llave del auto, el control remoto, el teléfono celular, el cargador del teléfono, las chinelas (dónde dejé las chinelas) los lentes, que sin lentes es mucho más difícil de encontrarlos porque no ves nada (habría que tener otro par de lentes para en encontrar los lentes).
A su vez, cada objeto inerte tiene su personalidad, igual que las personas, los objetos que se esconden en realidad son los más inofensivos, pero hay otros objetos que son realmente peligrosos, algunos son patoteros, otros son perversos, otros traicioneros que no se si tiene un plan, pero siempre están esperando la primera oportunidad como al descuido para hacerte pelota.
En esta categoría abundan los casos, no sé si están coordinados entre ellos, pero siempre obtiene resultados similares y tengo muchos ejemplos.
Las baldosas, como distraídas, se levantan en un borde y cuando vas caminando apurado, ¡zás!, te das un tropezón con consecuencias variables, o te levantás una uña, o te torcés un dedo o te haces un esguince de tobillo o te desparramás en el piso, y la baldosa, se queda ahí como si nada, como diciendo, yo no fui, mientras los transeúntes se matan de la risa, y creo que la baldosa también.
Los escombros son malditos, vas caminando tranquilo por la vereda y justo está esperando para desprenderse cuando tu pasás, y justo te cae en la mitad de la cabeza.
Hay objetos, malditos, patoteros, eso bien pesados que aprovechan para caer justo arriba del dedo gordo
El objeto más perverso es la pata de una cama, se esconde a propósito debajo del vuelo de la colcha, y justo cuando vas pasando descalzo, ¡zás! Te engancha el dedo chico del pie, ¡ay que dolor! y la pata se queda ahí, quietecita, como si nada, hasta me la imagino muerta de risa.
Las columnas en las veredas son malditas, se te ponen justo delante de ti cuando querías pasar, aprovechando tu distracción ¡pum!, en el medio de la frente.
Estos objetos inanimados tienen como cómplices a los árboles del ornato público que andan sueltos sin control en cualquier vereda, se ponen justo en el trayecto que van las motos o los autos.
Señores legisladores, algo hay que hacer con los objetos de conductas antisociales y castigar con penas ejemplarizantes a cada objeto de conductas erráticas que suelen andar perturbando a los ciudadanos de bien.
Hay que penar a los objetos que juegan a las escondidas, a los que se atraviesan impunemente en nuestro camino, a los que se aprovechan para caer sobre nuestra humanidad justo cuando vamos pasando.
Alguien tiene que hacer algo. ¡Justicia por favor!
Apliquémosle la LUC con todo su peso.